miércoles, 11 de noviembre de 2009

THU, el domado inmortal


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

LA PREGUNTA


¿INMORTAL?


Primera Parte
Un ser de enormes alas, ojos ágiles, músculos firmes y piel gruesa, observa desde la montaña mas alta a esos otros seres, esos pequeños que viven en sociedad.  Desde allí puede ver y oír a cada uno, pero no entiende lo que llaman integración de pensamiento, no en ese sentido, no entiende cómo es que se identifican, por qué se uniforman, ¡cómo es que se sumen!.
Cuando llegaba a este punto se exasperaba, el no entender tanto lo hacia tomar impulso suficiente para salir de la atmósfera en un salto.  Saca todo el aire de su cuerpo para poder volar en el espacio al menos un minuto, y en este lapso de tiempo piensa en por qué esa hembra de alas tan grandes como las de él, esa que cuida tanto sin saber muy bien por qué, ¡esa por la que rechazó toda existencia para crearle su trono a base de su propia sangre!... esta interesada en ese bajo mundo; donde el calor derrite los cuerpos para que entre todos formen un estiércol colectivo que los siga nutriendo en su descomposición ¿por qué esa funcionalidad sin sentido?.
“Quizás no eres capaz, así como no eres capaz de entender” dice el rostro de ella a este punto. “¡Claro que puedo!” grita entonces donde el sonido no se esparce.  Es obvio para él que podría destrozarlos en un día y por tanto hacerlos esclavos en menos tiempo, un mundo completo para complacer a su compañera ¿pero como? Son tan poco a su visión esos placeres, ¡no le interesan ni como enemigos!.
Aunque ella quiera eso, él le esta dando lo mejor que el mundo tiene y así ella no lo vea ¡no le hace falta nada!.  Siempre al llegar a esta conclusión era cuando su cuerpo, por muy fuerte y grande que fuera, no resistía mas la falta de oxigeno y lo obligaba a dejarse caer sobre la gravedad.  Mas esta vez cuando regresa a su nido en la montaña mas alta, para morderle como siempre todo el cuerpo a su preciada hembra y recordarle que no existen sino los dos, la imagen es desastrosa.  Los diminutos hombres han trepado hasta allí y como hormigas la están triturando.  Él queda congelado al ver como esos seres suben a la montaña y bajan de esta con trozos de ella sobre sus hombros.  Al ver tantos y ser testigo de lo que son capaces de hacer, teme no ser tan fuerte como creía.
Hasta que los hombres notan su presencia es que esta duda desaparece, vienen por él y en él es instintivo no ser derrotado.  En un principio solo se defiende con toda su fuerza, pero luego su fuerza aumenta y controla su carácter, lo obliga a destrozarlos, aun cuando huyen, no quiere dejar ninguno y demostrarse como demostrándole a ella que si puede hacerlo... y lo hace...
Retorna ese viento que solo sopla en esa parte del planeta y el sonido de este le delata su soledad, retorna la mirada al nido y al ver solo una gran mancha de sangre se pregunta: ¿ya para qué?.  Y salta de la montaña para caer a ese bajo mundo.

Segunda Parte
La bestia deja caer su cuerpo sobre los diminutos esos que de inocentes no tienen nada.  La velocidad provocada por la altura hizo que el impacto causara una onda tan fuerte que fue capaz de destruir la ciudad entera, así que se hizo obvio que no solo se dejo caer, ¡impulso su cuerpo contra el suelo! ... para destruir algo mas que esa insignificante urbe, algo mas que el planeta mismo, él.
Y Sube de nuevo a la montaña más alta, pero sin usar sus alas, tomándose el tiempo suficiente para pensar que ha hecho mal, mas cuando a través de los años logra llegar de nuevo, aun no tiene respuesta.  Solo un eco ya antiguo pero fresco llega a su cabeza como traído por el clásico viento helado “no eres capaz así como no eres capaz de entender”.  ¡Quiere morir una vez mas! Y una vez mas cruza la atmósfera de un salto.
Estando en el espacio como hace mucho no ocurría, grita tan fuerte como desde entonces no lo hacia... y al hacerlo deja caer su cuerpo como desde hace unos años  lo había planeado, con el impulso que había calculado, mas negándolo en su lamento como siempre lo había hecho.
Efectivamente, la onda del choque fue más potente, pero no consiguió eliminar el objetivo.  El objetivo, porque así es como ahora se ve a sí mismo, quedó una vez mas como siempre ha quedado, solo y fracasado.
Sintiose entonces desahuciado en su intento de ser objetivo para sí mismo, no es lo suficientemente fuerte como para destruirse.  Sin mas opción, quiso por primera vez como desde que ella no moría aun, no pensar más.  Se arrodilló, luego sentó y luego acostó, antes de quedar profundamente dormido, antes de empezar a dejarse morir.  Y mientras dejaba que el tiempo lo golpeara durante siglos, recordándola en sueños y sonándola despierto, trataba de no pensar en nada.
Mas un día después, uno de esos que para la gente son años, supo que el tiempo tampoco era contrincante para él: uno mas tarde, de esos mismos, que el planeta que lo enterraba a toda hora sí lo podría ser,  y uno después, cayó en cuenta de que solo había “tratado” de no pensar.  Mas esta vez ni siquiera esa parte instintiva que nuevamente le hace ver que no es capaz de detenerse, le hizo desenterrarse.  Había encontrado quien lo destruyera y la felicidad de este hallazgo era una razón más valiosa que cualquiera que su instinto le pudiera  sugerir, que cualquiera que a este ya se le hubiese ocurrido, mas no una nueva, una inesperada... como un lamento con la misma frecuencia del eco que nunca lo abandonó.  ¡Erupcionó al pensar posible encontrarla aún!, Por ahí.  Y sin pensar en más comenzó a revolcar el planeta entero para despejar aunque fuera esta ultima duda.  Desintegra lo que sea posible para encontrarla quizás entre partículas, destruye todo lo vivo sospechoso de bromista, visita cada rincón habitable, cada nube densa, cada gota oscura, ¡grita como ni en el espacio lo había hecho para romper todos los espejos y cristales que pudieran ocultarla!, Mas el tiempo, ahora amigo, se le rió en la cara.
Sin embargo, las conclusiones de pensar sólo en ella mientras la buscaba comenzaron a nacer.  ¿Cómo pudo oírla? Si ya todo esta muerto o destruido.  ¿De dónde pudo venir tal lamento? Si ahora los únicos vacíos capaces de retener ecos eran los de su cabeza.  Sin embargo, había sido real.
La lógica lo enfurece como no le ocurría desde que ella no moría aun, no permitiría que ni siquiera la molécula madre tuviera aunque fuera parte de lo que creía solo suyo, así que toma impulso con todo su cuerpo como nunca lo había logrado y reclamando sin saber a quien que esos recuerdos son solo suyos, emerge de la atmósfera para sumergirse de nuevo en el planeta con el doble de velocidad destructora.  A pesar de la fuerza extra, sabía por experiencia que con un solo impacto no lo lograría, así que sin dudarlo, tan pronto cae toma nuevo impulso para repetir la acción, y cuando vuelve a caer, vuelve a hacerlo, una y otra vez, tan seguido que las explosiones apenas se esparcían para cuando un nuevo impacto provocaba otra.   Y cuando ya casi ha saltado desde y sobre casi todos los puntos del planeta, escucha ese mismo lamento que le hizo desenterrarse, ese de frecuencia inconfundible, y piensa que es un truco de la tierra para que se compadezca . . . y así es, solo que esa es la voz de la tierra.  Así que recuerda también de cuando vivía dejándose morir, que sentía las piedras, la hierba, la arena, el agua, como si fuesen su propia piel, lo que le hizo saber que  todo cae a la tierra para ser parte de esta, y poder así, salir de nuevo a la superficie, y aunque en ese momento trataba de no pensar, concluyó inconscientemente que él ya había sobrepasado los limites de la superficie y por eso se hallaba de vuelta a la tierra; pero ahora sabe que eso era solo un símil poético para consolarse, entiende que ella lo que quería era eso, volver al centro para al surgir, ser parte de todo, como ahora lo es.
Sus alas, temblorosas y muy tiesas por la impresión, son las primeras en sentir la lluvia que llega como una respuesta.  Se quedó allí suspendido hasta que pudo sonreír como ni lo recordaba, suave, apacible... entonces deja caer su cuerpo como por ultima vez, liviano, relajado, sin ningún impulso como nunca lo había hecho.  Pero antes de tocar tierra extiende las alas repentinamente para planear, muy bajo, muy rápido, entre arboles que crecen con la lluvia, entre montañas que reaparecen con la misma, entre piedras que ruedan, entre átomos y moléculas en reacción, entre las gotas de la misma, ¡cada vez más y más rápido!, hasta sumergirse profundo, en el agua, en la tierra, ¡en el tiempo!, Tan rápido  tan rápido, que ni ella misma le puede seguir el rastro para cuando vuela sumergido entre los seres vivos que ya nacen.
Aún ella no sabe si es que pasó muy rápido por allí o si es que se escondió entre o tras los seres esos, por eso lo llama todos los días, sus lamentos recorren la superficie por el viento y cuando se encuentran unos con otros se tiran a la tierra como tomados de la mano en forma de lluvia grisácea, y algunas veces, cuando la impaciencia le hace dudar de la lealtad de los seres vivos, se sacude un poco para ver si sale de donde lo tienen escondido, de donde lo tienen sus temores.